Médicos de la región ven al miedo a la infección en la consulta como un riesgo de salud

 

Noviembre 2020

 

No hay duda de que el miedo a la infección ha influido en la lucha contra la pandemia. Ante la falta de tratamientos efectivos o implementación de vacunas confiables y aprobadas, la respuesta social a la pandemia ha sido uno de los impulsos dominantes que definieron las curvas de contagio en las distintas sociedades durante 2020. Aquellos que por temor a infectarse a sí mismos o a sus seres queridos han adoptado comportamientos para minimizar riesgos, como el distanciamiento social, el uso de protección o la limitación de las actividades sociales, han tenido naturalmente menos probabilidades de infectarse.

Sin embargo, un estudio realizado recientemente por Fine Research con más de 2500 médicos en Latinoamérica muestra que este mismo miedo a la infección también tiene un efecto negativo en la salud. En este estudio, los médicos estimaron que antes de la pandemia, aproximadamente 7 de cada 10 de sus pacientes podían cumplir adecuadamente con el tratamiento que se les había prescrito.

Cuando se les preguntó sobre la adherencia actual de los pacientes a sus tratamientos, estimaron que se redujo y que solo 6 de cada 10 continúan con su tratamiento. Y esto está afectando a todo tipo de enfermedades altamente riesgosas, como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, la diabetes o el VIH.

Lo que resulta más preocupante es que las razones del incumplimiento también han cambiado abruptamente. Mientras que en el pasado las principales razones de la baja adherencia al tratamiento eran las restricciones de acceso al tratamiento, incluido el alto costo de los medicamentos, la burocracia o la falta de aprobación de las mejores opciones de tratamientos disponibles, ahora la mayoría de los médicos afirman que la principal razón del bajo cumplimiento del tratamiento es simplemente que los pacientes tienen miedo de contagiarse durante la consulta.

En la región, la misma encuesta muestra que el número de pacientes atendidos por médicos se redujo en octubre en un 35% en comparación con los niveles pre-pandémicos. Esto es de hecho una recuperación en comparación con la fuerte caída del 61% observada por una medición anterior en mayo, pero demuestra aún que el efecto agregado tendrá un impacto significativo en la salud de la población.

Además, el miedo no sólo afecta a quienes tienen un diagnóstico, sino también a quienes están en riesgo de contraer una enfermedad. Los médicos declaran que están realizando menos de la mitad de los chequeos cardiológicos y aproximadamente un tercio de los controles de cáncer de próstata y mama que estaban haciendo antes de la pandemia. Obviamente, esto significa un número probablemente mayor de eventos cardiovasculares o cánceres detectados tardíamente que posiblemente afectarán las tasas de mortalidad.

Consecuentemente, cuando miramos por especialidad, los cardiólogos, hematólogos y oncólogos son los más preocupados por el impacto potencialmente letal de la falta de atención presencial, que podría poner en riesgo a más de la mitad de sus pacientes. En el otro extremo, son pocos los psiquiatras que ven un riesgo similar, con la ventaja añadida de que son ellos los que mayoritariamente perciben la consulta virtual como una buena alternativa para su práctica en el contexto actual y también en el futuro.

En cuanto a las infecciones por COVID-19, los hospitales son percibidos como los más riesgosos, particularmente las áreas de hospitalización, especialmente si son centros públicos y de centros de referencia para la atención de COVID-19. En comparación, la atención que se lleva a cabo en el consultorio del médico, clínicas o áreas ambulatorias separadas del hospital, se convierte en una opción más segura no sólo en función de la evaluación de los médicos, sino también en los niveles de contagio que han registrado en los mismos profesionales o en sus pacientes en los diferentes entornos laborales.

En resumen, los datos de esta encuesta a médicos de América Latina muestran que el sistema de salud necesita continuar desarrollando protocolos para una atención segura, y comunicarlos adecuadamente para que no sólo se minimice el riesgo de infección, sino que además los pacientes puedan ganar confianza y volver a la consulta médica para un adecuado seguimiento de su salud.

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